Con una sonrisa serena y la fuerza que da la experiencia, doña Elvira Martínez, originaria de Guadalajara y residente de Tijuana desde hace décadas, comparte que ya suma 42 años trabajando en el mismo lugar. Hoy vende libros, pósters, loterías y pasatiempos, pero su historia laboral comenzó mucho antes.

“Trabajaba anteriormente en el sur, tenía un puesto de tacos. Cuando llegué aquí, nada más duré un año sin trabajar y ya comencé con este negocio”, recuerda.

Aunque reconoce que las ventas han bajado, asegura que no se retira porque no le gusta quedarse en casa. “No porque estoy cansada, sino porque las ventas últimamente han bajado mucho. Entonces, pues siento que ya es tiempo de que me vaya a descansar... pero no creo que nada más me dedique a eso. Tengo muchísimos años trabajando y no me gusta estar en la casa.”

Con casi 80 años, doña Elvira es también madre de siete hijos, abuela de 16 nietos y bisabuela de 17. Sin embargo, a pesar de la insistencia de su familia para que deje el puesto, ella afirma que la soledad en casa pesa más que el cansancio.

“Por ellos yo no estuviera aquí ya trabajando, porque sí me insisten en que deje de trabajar, pero yo les digo: en la casa qué hago, ¿para qué se queda una sola ahí? Ya todos mis hijos tienen su hogar. Yo les digo en broma que solo me quedaría con el perro para cuidar la casa.”

Elvira se ha convertido en una de las comerciantes más antiguas de la tradicional zona de “los cinco y diez” en Tijuana, donde asegura que ya ha pospuesto varias veces su retiro.

“Les dije que hasta enero o febrero voy a dejar de trabajar, pero ya van varias veces que digo lo mismo y sigo aquí, ¿verdad?”

Su historia refleja la realidad de millones de mexicanos, pues, de acuerdo con el INEGI, en el país 3.3 millones de personas mayores de 65 años siguen trabajando. Eso equivale a un tercio de la población de la tercera edad, muchas veces por necesidad económica, pero también por el deseo de mantenerse activos y sentirse acompañados.