La noche del jueves se convirtió en pesadilla para los habitantes de Kiev, tras un ataque ruso que lanzó contra Ucrania 11 misiles y 539 drones Shahed. El estruendo de explosiones, disparos antiaéreos y sirenas rompió el silencio de la capital y se prolongó hasta la mañana.

El primero de los drones cruzó el cielo poco después de las 20:00 horas, sobrevolando el histórico bosque de Babin Yar lugar donde los nazis asesinaron a decenas de miles de judíos durante la Segunda Guerra Mundial, antes de perderse de vista y dar paso a los disparos de las defensas ucranianas.

Mientras la noche caía, muchas familias buscaron refugio en las estaciones de metro, cargando mantas, juguetes y puzzles para sobrellevar el miedo y las largas horas. Otros intentaron mantener la normalidad hasta que comenzó el toque de queda a medianoche. Pero las explosiones no cesaron: drones derribados, misiles interceptados y algunos impactos directos convirtieron la madrugada en una vigilia obligada para millones de personas.

Firefighting efforts and debris removal are still ongoing after another Russian strike. This was one of the most large-scale air attacks – deliberately massive and cynical. In total, 550 targets were launched, including at least 330 Russian-Iranian “shaheds”, along with missiles,… pic.twitter.com/vnn31oST0z

— Volodymyr Zelenskyy / Володимир Зеленський (@ZelenskyyUa) July 4, 2025

Al amanecer, el humo aún se mezclaba con la rutina de quienes salían a trabajar o llevaban a sus hijos a la escuela. El distrito de Solomianski fue uno de los más castigados: un bloque de apartamentos quedó destruido, al igual que una oficina de Nova Poshta y un supermercado. Entre los escombros, vecinos y comerciantes barrían vidrios rotos mientras los bomberos extinguían incendios y los rescatistas atendían a los heridos.

Una infraestructura eléctrica también resultó dañada, dejando a su paso automóviles volcados y retorcidos por la fuerza de las explosiones, que algunos residentes fotografiaron incrédulos.

“No tengo humor para decir nada”, confesó un vecino a la agencia EFE, mientras recogía fragmentos de su ventana rota. Cerca, una mujer limpiaba los restos en un aula escolar alcanzada por la onda expansiva.

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, describió el bombardeo como “una noche brutal y de insomnio” y aseguró que Rusia no muestra voluntad de detener “la guerra y el terror” contra Ucrania. Zelenski tiene previsto sostener este mismo viernes una llamada con el presidente estadounidense Donald Trump, a quien pedirá nuevamente que presione a Vladímir Putin para frenar la ofensiva.

El ataque, que se extiende como uno de los más intensos del año, no solo ha dejado daños materiales, sino que ha reforzado el sentimiento de vulnerabilidad y la urgencia de encontrar una salida a un conflicto que sigue desangrando a Ucrania.