Hay cosas que uno pensaría que ya no deberían regresar. Como el dengue, los jeans entubados, o Ulises Ruiz.

Pero aquí lo tenemos otra vez, dándonos clases de moral política como si no cargara en la espalda cuatro décadas en el PRI, el mismo partido que le dio todo… hasta que lo expulsaron por revoltoso. Y ahora viene con su nuevo juguete: un partido que se llama México Nuevo, aunque huele a México Rancio.

Ulises dice que quiere formar una “verdadera oposición”. Que el PRI está fracturado, que el PAN está secuestrado y que Movimiento Ciudadano trabaja para Morena. Vaya, qué descubrimiento, Sherlock. Pero lo interesante no es lo que dice, sino lo que no tiene: ni estructura, ni registro, ni militancia real. Solo traumas, micrófono y rencor.

Según él, su partido no va a aceptar dinero del gobierno ni del narco. Dice que Morena sí. Dice que todos sí, menos él. Porque él es puro, casto y virginal… después de 40 años mamando del sistema. Qué conveniente esta repentina iluminación. ¿Dónde estaba ese Ulises combativo cuando era gobernador y Oaxaca ardía en llamas? Ah, cierto: reprimiendo maestros, desapareciendo voces incómodas y sacando comunicados desde el búnker.

Pero ahora es distinto, dice. Ahora quiere invitar a madres buscadoras, empresarios, profesionistas, desempleados, panaderos, tiktokers, y hasta al conserje del ISSSTE… menos a morenistas y narcos, que según él, son la misma cosa. Qué bueno que nos aclara, porque por un momento pensamos que México Nuevo era solo otro PRI disfrazado de víctima.

En su visita a Tijuana se fue con todo contra la gobernadora Marina del Pilar. Dijo que no puede cruzar a Estados Unidos porque le quitaron la visa por presunto lavado de dinero y nexos con el narco. Palabras mayores. Pero eso sí, ni una prueba, ni una carpeta, ni una servilleta con nombres. Lo de siempre: mucho grito, cero sustento.

Lo que sí tiene Ulises es verbo. Dice que no quiere ganar pluris (¡qué noble!), que no va por hueso (¡ajá!), que quiere rescatar el país en 2027 y tumbar a los narcopolíticos en 2030. Tiene un plan… medio vago, medio en el aire, pero con mucha enjundia y muchas ganas de volver a ser alguien. Porque seamos realistas: cuando un político expulsado reaparece con un partido nuevo, no es por amor a México. Es por hambre. De poder, de atención, de venganza… o de todo junto.

México Nuevo no es nuevo. Es el mismo molde, la misma casta, la misma fórmula caduca: toma un político en desgracia, échale discurso antipolítico, revuélvelo con algo de indignación social, y sírvelo con hielito. Lo triste es que a veces, funciona.

Así que bienvenido de vuelta, Ulises. El basurero político es generoso, y siempre hay espacio para otro reciclable. Pero no nos vengas a vender honestidad como si se nos hubiera olvidado quién eres.