Este martes, se conmemora el Día Mundial de Tolerancia Cero a la Mutilación Genital Femenina, una fecha que busca generar conciencia y movilizar acciones para poner fin a una de las formas más extremas de violencia de género.

 La mutilación genital femenina (MGF) es una práctica que afecta a millones de niñas y mujeres en todo el mundo, dejando secuelas físicas y psicológicas permanentes.

La MGF, definida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la alteración o lesión de los órganos genitales femeninos por motivos no médicos, continúa siendo una realidad en muchas comunidades, especialmente en África, Asia y Oriente Medio. 

A pesar de los esfuerzos para combatirla, sigue siendo una práctica arraigada en algunas culturas, perpetuada por tradiciones, creencias erróneas y desigualdades de género.

Esta mutilación, que a menudo se realiza sin consentimiento y en condiciones insalubres, tiene graves consecuencias para la salud física y emocional de las mujeres y niñas afectadas.

Puede causar hemorragias severas, infecciones, complicaciones durante el parto, e incluso la muerte. Además, deja cicatrices psicológicas que perduran de por vida, afectando la autoestima, el bienestar emocional y la calidad de vida de las sobrevivientes.