Viajar desde México al Comic-Con de San Diego no solo requiere pasión por la cultura pop: también exige planeación, suerte y una cartera dispuesta a desembolsar desde 40 mil hasta 120 mil pesos, dependiendo del tipo de experiencia que se busque. A pesar de que los boletos de entrada no parecen tan costosos, acceder a ellos y organizar el viaje completo representa un verdadero reto logístico y económico.

De acuerdo con testimonios de asistentes mexicanos, los boletos para el evento se sortean una sola vez al año, entre octubre y noviembre, y la posibilidad de compra depende completamente de un sistema aleatorio.

Cada pase diario cuesta 80 dólares (aproximadamente 1,400 pesos), y aunque se pueden adquirir varios días, todo depende de la suerte. “Solo el 5% de los nuevos aplicantes logra comprar”, explica Lino Vargas, fanático que asistió este año con un grupo de amigos. “Nosotros tuvimos suerte y nos vendieron los boletos para el día de apertura y cierre”.

Los asistentes frecuentes tienen mayor probabilidad de obtener entradas, ya que el sistema otorga prioridad a quienes han asistido en ediciones anteriores. “Es como un 70% de reincidentes. Si ya compraste una vez, tienes más oportunidades en años futuros”, detalla Vargas.

Pero más allá de los boletos, lo costoso es todo lo que rodea el evento. Desde ciudades del interior del país, un vuelo redondo comprado con seis meses de anticipación puede costar alrededor de 5 mil pesos, si se elige una aerolínea económica como Viva Aerobus. Una vez con boletos en mano, la carrera contra el tiempo empieza: los hospedajes cerca del centro de convenciones se agotan o encarecen rápidamente.

Un Airbnb a 20 minutos del Gaslamp Quarter –zona turística donde se ubica el centro de convenciones de San Diego– puede costar hasta 16 mil pesos por cinco noches, aunque esté en una zona poco atractiva. Los hoteles más cercanos y cómodos llegan a valer entre 20 mil y 40 mil pesos por noche si se reservan con un año de antelación, pero pueden dispararse hasta los 150 mil pesos si se deja todo para el último momento.

El transporte no representa mayor complicación gracias al sistema de trolley de la ciudad, que durante el evento es gratuito o cuesta unos 20 dólares para toda la semana. La comida, en cambio, puede representar un gasto adicional de unos 100 dólares por persona si se busca economizar.

A eso se suman los “gastos hormiga” dentro y fuera del evento: desde figuras coleccionables y cómics hasta artículos exclusivos que solo se venden durante esos días. “Un viaje pobre se puede lograr con unos 20 mil pesos en viáticos y otros 20 o 30 mil para chacharear, pero si puedes llevarte 50 mil, vas más cómodo”, recomiendan algunos asistentes.

Vargas confiesa que, en su caso, el viaje completo le costó 120 mil pesos, pero fue algo que planeó y ahorró durante dos años. “No es caro si lo planeas, pero es muy difícil conseguir boletos. Hay banda que vive en San Diego y nunca ha podido entrar”.

A pesar de todo, el Comic-Con no excluye por completo a quienes no logran entrar al centro de convenciones. En las calles del Gaslamp y sus alrededores se realizan activaciones, exposiciones y experiencias gratuitas al aire libre, con personajes, marcas y estudios de cine que buscan atraer al público que se queda fuera.

Asistir al Comic-Con puede ser un lujo, pero también una experiencia única para quienes lo consideran más que un evento: un homenaje a toda una vida de amor por los superhéroes, la ciencia ficción, los videojuegos y el universo geek.